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Vestido completamente de negro, a cabeza descubierta y sin zapatos. Definitivamente algo le molestaba en su caminar, el camino estaba bastante hostil a los pies descubiertos, no era fácil caminar por un terreno tan pedregoso. En su rostro se podían apreciar claramente una cantidad impresionante de llagas que empeoraban las facciones ya avejentadas. Sus ojos tenían un brillo especial que entregaban paz a quien le mirase, pero estos ojos no habían tenido la posibilidad de usar este maravilloso don jamás. Su cabello estaba cansado de mantenerse colgando de su cabeza, habían estado suficiente tiempo juntos. Las manos se encontraban inmóviles al caminar, completamente congeladas por el inmenso frío que invadía el lugar. Este lúgubre personaje hacía un cuadro perfecto junto a una insolente noche que arrasaba con las esperanzas de las personas comunes.
La gente le odiaba y no provocaba más que repugnancia a las personas que pasaban cerca de él.
Su problema no tenía solución alguna, había perdido su estrella amada, cuando la vio por primera vez en el cielo, él quedó deslumbrado, y se juró a si mismo que aquella estrella sería la razón de su existir.
Vivió asi su juventud, adultez y vejez, alimentándose de aquel maravilloso brillo que le daba tanta fuerza para vivir que finalmente aquel brillo le robó todo, no alcanzó a percatarse a tiempo que estaba perdiendo su alma mirandola por noches enteras. Perdió finalmente el hábito de dormir, pues todo el día esperaba con ansias poder admirarla, y durante la noche le susurraba cosas al oído.
También fue demasiado tarde para darse cuenta que estaba perdiendo la cordura, y hablaba con ella, y vivía por ella. Moría por estar con ella por siempre.
Los años terminaron por consumir su cuerpo, anciano y podrido por fuera, sus ojos habían adquirido el brillo de la estrella de tantos años mirarla.
Aquel hombre ya no sabía como demostrarle con mas fuerza aún su amor incondicional, lloraba y sufría por ella. Estaba enamorado como la luna del sol,como el mar del aire, como la muerte de la vida.
Pero un día inesperado la estrella se apagó, entonces aquel hombre conoció la verdadera locura, y maldijo miles de veces a Dios porque le había robado la razón de su existir, e intentó incluso vender su alma al Demonio, pero ya no tenía alma, en su desesperación el hombre privó a sus ojos de la luz por unos meses, para luego abrirlos y mirar directamente al sol, quedó ciego, ya que el no tenía ojos para nadie mas que para su estrella, su amada estrella que le había quitado todo, y le había dado todo. No todos los días uno encuentra el sentido de la vida.
Lo que este hombre no sabía, era que la estrella ya había desaparecido millones de años antes de que él la viera por primera vez...¿qué había amado entonces?
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